Cicatrices en las Alas

El viento, algunas veces en mi espalda, otras,  frente a mi cara, me invita a seguir adelante. Bato mis  dos alas en armonía con el sonido de la brisa; planeo, dejándolas inmóviles, la inercia me lleva por ratos.

Desde aquí todo se ve pequeño: casas, iglesias, montañas, ríos, árboles, caballos y demás animales. Las siembras alineadas, una planta tras otra, frutas y flores de muchos colores, existe un orden, todo tiene un lugar…  su lugar.

Sólo escucho el silencio.

¡Cuánto me ha costado llegar hasta aquí! Recuerdo mis primeros días, me tuvieron poco tiempo en el nido,  ellos tenían que seguir volando y sobreviviendo, tuve que volar temprano, usar mis propias alas, es la ley de la vida, los primeros desaparecen y tú sigues volando hasta que te toque desaparecer, en esta interminable cadena de relevos.

En un tiempo me pareció que este ir y venir no tenía sentido, el único sentido que le he encontrado es seguir volando, hoy es mi último vuelo.

Voy hacia el sol.

No puedo mirar atrás, resta velocidad y puede hacerme caer. Sin embargo, miro a los lados y veo mis alas, desde su punta hasta mi cuerpo donde nacen, donde soy.  Allí yace parte de mi historia, mis cicatrices. ¿Cómo me hice esas cicatrices?

Recuerdo las primeras, estaba aprendiendo y quería volar solo, desesperado, no quería que nadie más me dijera “como” debía volar, pensé que eso era libertad, “volar a mi manera”; desprecié la experiencia de los mayores y eso me ganó muchas cicatrices; muchos eligimos aprender con dolor, obviar a los mayores.

¿Qué es la rebeldía?  Cuan distinto es pensar hoy en la palabra libertad.

Estas otras heridas me las hicieron, sin yo saber porque, volaba tranquilo y sentí algo caliente que me rozó, un intenso dolor y cuando desperté, estaba aturdido entre las piedras, un poco mojado por el mar, algunas de mis plumas en el acantilado, fue muy fuerte, preguntarme ¿por qué interrumpieron mi vuelo si no estoy dañando? ¿Quién disparó? En ocasiones, pueden dispararte en un ala sin tú saber la razón; estuve un tiempo bajo, comiendo pescados de la orilla, recuperándome, descansando hasta que pude volver a volar.

En otras ocasiones, mis alas se tropezaron con las alas de otros, fue rudo, nos picoteamos y ambos salimos heridos, me hubiera gustado saber hablar, para evitar intercambiar picotazos con otros de mi especie, pero a veces ocurre así en el reino animal, como no sabemos comunicarnos nos agredimos.

No importa cuántas veces, lastimes o lastimen tus alas, hay que seguir volando.

También tengo cicatrices en el pecho, fueron dolores más fuertes, es difícil volar con el pecho herido, estas heridas rozan el corazón y amenazan, no sólo la vida, sino lo que es peor, amenazan el deseo de vivir, el anhelo de seguir volando.

Estoy llegando al sol, ¡Qué Felicidad! me fundiré con el todo. He volado toda mi vida para llegar aquí, las águilas resplandecientes, doradas, majestuosas, me esperan; pero, un momento, me detienen, señalan mi ala, una de las viejas heridas aún gotea sangre.

Entendí, no puedo entrar, hasta que todas las heridas hayan cicatrizado, hasta que nada del pasado duela, debo dar otra vuelta y seguir aprendiendo, hasta que esté preparado.

Y tú, que lees estás líneas, amigo humano. ¿Cómo están tus alas? ¿Te han herido en las alas o en el pecho? ¿Estás volando con todas tus fuerzas o las heridas han disminuido tus deseos de volar? ¿Admiras y valoras tus cicatrices? No hay apuro, sigue volando, algún día nos encontraremos en el sol.

Mi respeto y mi cariño al aguila dorada que habita en cada corazón humano.

Mi reconocimiento a Laura Acevedo, un aguila dorada.

Acerca de Julio Moreno

Julio Moreno es Director y parte del Equipo de Encuentros C.A. La Empresa Encuentros tiene como Misión expandir la Conciencia de la Humanidad, y en las Organizaciones, Aumentar los niveles de Bienestar Emocional y Claridad Mental. Te invitamos a compartir tus puntos de vista e inquietudes. Gracias.
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